La Batalla de las Lomas de San Juan, librada el 1 de julio de 1898, marcó un momento crucial en la Guerra Hispano-Estadounidense y en la historia de tres naciones: Estados Unidos, España y Cuba. Este enfrentamiento es recordado como uno de los más sangrientos y significativos de la guerra, no solo por las tácticas militares y el valor demostrado por los soldados, sino también por las consecuencias políticas y sociales que siguieron.
El contexto de la batalla se sitúa en las colinas cercanas a Santiago de Cuba, donde 521 valientes soldados españoles recibieron la orden de resistir el avance de una fuerza estadounidense considerablemente mayor. A pesar de estar en inferioridad numérica y con una posición defensiva mal posicionada, los españoles lograron sostener la línea contra los estadounidenses durante todo un día.
El general William Rufus Shafter lideró la ofensiva estadounidense, organizando sus tropas en tres divisiones. La estrategia era clara: mientras una división atacaba la fortaleza española en El Caney, las otras dos se dirigirían a las Lomas de San Juan. Sin embargo, la enfermedad afectó a los líderes de ambos bandos, con Shafter demasiado enfermo para comandar en el campo y el general español Arsenio Linares incapaz de reforzar su posición, optando por mantener sus reservas en Santiago.
Efectivos de cada bando
Efectivos Españoles: El ejército español, bajo el mando del General Arsenio Linares, contaba con aproximadamente 521 soldados y 2 cañones Krupp en las Lomas de San Juan. Estas tropas estaban compuestas por los regimientos Talavera, Asia, Constitución, Puerto Rico y unidades de la marina.
Efectivos Estadounidenses: Por otro lado, las fuerzas estadounidenses, dirigidas por los Generales William Rufus Shafter y Joseph Wheeler, sumaban entre 15,000 y 20,000 hombres, apoyados por 12 cañones Hotchkiss y 4 ametralladoras Gatling, más las fuerzas de apoyo cubanas en un número indeterminado. Estas fuerzas se dividieron en tres divisiones principales, comandadas respectivamente por Jacob F. Kent, Henry W. Lawton y Samuel S. Sumner. La estrategia de Shafter incluía un ataque coordinado para tomar las defensas españolas y avanzar hacia Santiago de Cuba.
Roosevelt y los Rough Riders
Los Rough Riders, cuyo nombre en español se traduce como ‘Jinetes Duros’, fue el apodo dado al 1.er Regimiento de Caballería Voluntaria de los Estados Unidos durante la Guerra Hispano-Estadounidense en 1898. Este regimiento se destacó por estar compuesto en su mayoría por voluntarios de diversos orígenes y profesiones, incluyendo vaqueros, atletas universitarios, mineros, y oficiales de la ley, entre otros.
La creación de los Rough Riders fue una respuesta a la necesidad de tropas adicionales para la guerra contra el Imperio español, y su existencia es un ejemplo fascinante de cómo la sociedad civil puede movilizarse en tiempos de conflicto. El liderazgo inicial del regimiento fue ofrecido a Theodore Roosevelt, quien en ese momento era el Subsecretario de la Armada. Roosevelt propuso a su asociado más experimentado, el coronel Leonard Wood, para el mando del regimiento, mientras que él mismo asumió el rol de teniente coronel.
La leyenda de los Rough Riders se forjó en gran parte gracias a la personalidad carismática de Roosevelt y su habilidad para captar la atención de la prensa. El regimiento se reunió rápidamente entre mayo de 1898, con voluntarios que llegaron desde territorios tan diversos como el Territorio Indio, Texas, Montana y Nuevo México.
Los Rough Riders son quizás más conocidos por su participación en la Batalla de San Juan Hill, donde desempeñaron un papel crucial en la victoria estadounidense. A pesar de las dificultades logísticas, como la falta de caballos suficientes para todos los voluntarios y la necesidad de dejar atrás a muchos hombres y casi todos los caballos cuando partieron hacia Cuba, los Rough Riders demostraron ser una fuerza formidable en el campo de batalla.
La figura de Theodore Roosevelt emergió de esta batalla como un héroe, aunque su leyenda fue en gran medida una construcción exagerada de los hechos. Al frente de los Rough Riders, Roosevelt participó en la carga contra las posiciones españolas, una imagen que se grabaría en la memoria colectiva de la nación estadounidense y que contribuiría a su futura carrera política.
Roosevelt y sus Rough Riders jugaron un papel fundamental en el asalto a las colinas. La imagen de Roosevelt liderando la carga, el único hombre a caballo según su relato, contribuyó a forjar su leyenda como héroe de guerra, aunque esta versión de los hechos ha sido considerada exagerada por algunos historiadores.
La Batalla
La batalla comenzó con un intenso intercambio de fuego de artillería, donde la artillería española, dirigida por el Coronel Díaz Ordóñez, logró contrarrestar temporalmente el avance estadounidense.
Al amanecer del 1 de julio se oye el fragor del combate en dirección a El Caney. Shafter da orden de atacar San Juan. Las divisiones de los generales Wheeler y Kent comienzan el despliegue apoyados por la Brigada Summer, que intenta cruzar el río San Juan para envolver las posiciones defensivas. Los españoles observan el despliegue y el general Linares ordena reforzar la loma de San Juan con una compañía del regimiento Talavera y la posición de Canosa con otra compañía del regimiento Puerto Rico.
A las 6.30 horas, la batería estadounidense al mando de Grimes abre fuego contra las defensas españolas en la loma. El general Linares manda otra compañía de refuerzo. La guarnición española en la loma es de apenas 300 hombres al mando del coronel Vaquero. Los estadounidenses dirigen desde un globo de observación el fuego de la artillería y el avance de las tropas a través de la manigua. La artillería española, al mando del coronel Díaz Ordóñez, se despliega en la loma de San Juan y, desde allí, contrarresta el fuego de la artillería estadounidense. Sus disparos silencian durante un buen rato los cañones enemigos, a pesar de que tenían el sol de frente y los cañones estadounidenses estaban escondidos entre la vegetación de la manigua. La razón era que los españoles usaban cordita (pólvora sin humo) mientras que los estadounidenses todavía (y por última vez en una guerra importante) empleaban pólvora negra, que deja una gran nube de humo al disparar.
La división de Wheeler avanza en formación cerrada y con dificultad entre la vegetación. Las trincheras españolas hacen un fuego denso y continuado que causan decenas de muertos y heridos. Una maniobra de la división Kent, que logra enlazar con la brigada Summer, permite agilizar el avance estadounidense amenazando el flanco español. La caballería estadounidense cruza el río San Juan para intentar enlazar con la división Lawton, a la que se suponía ya avanzando después de tomar El Caney. Pero los 6500 hombres de Lawton seguían fijados frente a esa posición por 549 españoles. A las 11, la batería Grimes vuelve a abrir fuego sobre la loma de San Juan. Por segunda vez es silenciada por la artillería española. Los cañones del coronel Díaz Ordóñez apuntan ahora contra el globo de observación desde el cual eran observadas las posiciones españolas. Al cuarto disparo el globo cae desinflado.
Mientras, los estadounidenses llegan al límite del bosque y siguen por el flanco derecho de la loma haciendo un fuego intenso, que causa muchas bajas en el Regimiento Talavera. Nuevamente los cañones españoles salvan la situación. Mientras uno de ellos continúa disparando contra la batería de Grimes, a la que vuelve a silenciar, el otro cañón hace frente a los estadounidenses que avanzan por el flanco español y logra contenerlos.
A las 12 cesa el fuego. El general Linares recibe un mensaje del general Vara de Rey anunciándole que resiste en la posición de El Caney. Ante el peligro de que la loma de San Juan quede copada, el general Linares se sitúa a 800 m a la izquierda de la posición, en el camino de El Pozo, con una compañía del regimiento Talavera. Otra compañía es situada algo más lejos en el alto de Veguilla. Detrás, en reserva, se despliega un escuadrón de caballería española.
El fuego se reanuda a las 13.00 horas. Apoyando a la batería Grimes, las dos baterías estadounidenses de reserva abren fuego contra la loma de San Juan. Las divisiones Wheeler y Kent forman en columnas para un ataque frontal. Avanzan en formación cerrada pero el fuego español les causa muchas bajas. El general Wikoff, jefe de la 2.ª brigada de la división de Kent, cae muerto; su sustituto, el coronel Worth, es herido de gravedad. A los cinco minutos, el nuevo jefe de la brigada, el teniente coronel Liscum, resulta herido. El reguero de bajas es numeroso. El primer batallón del regimiento de infantería n.º 17 de los estadounidenses huye en desbandada. A pesar de esto, continúan mandando oleada tras oleada que, con indudable valor, intentan ganar la loma, mientras su artillería machaca las posiciones españolas. Shafter desiste del ataque frontal y ordena rodear la loma. No sabe que la guarnición española está casi aniquilada. El general Linares manda que la caballería y una compañía de 100 marineros de la flota de Cervera refuercen la guarnición, pero no consiguen llegar. Los estadounidenses siguen avanzando por el flanco. El general Linares los ataca al mando de 400 soldados, sin lograr contenerlos.
La loma de San Juan es un cementerio. Casi toda la guarnición ha sido exterminada; su jefe, el coronel Vaquero resultó despedazado por la artillería; escasea la munición de los fusiles; la artillería española ha agotado la munición y solo tiene botes de metralla. Pero, a pesar de todo, la guarnición resiste. Desde el flanco derecho, la división Wheeler somete a un fuego violento a los defensores españoles. Las compañías del regimiento Talavera, que se dirigen en su auxilio, son rechazadas. Han tenido un 70 % de bajas desde el inicio de la acción. En la loma solo quedan los artilleros y 40 soldados de infantería con unas pocas balas. Los artilleros se retiran con las piezas. En pocos minutos la munición se acaba y el capitán Patricio de Antonio ordena calar las bayonetas. Los restos de la guarnición de la loma de San Juan se retiran hacia el bosque, al que llegan solo ocho hombres. A las 16.00 la loma es ocupada.
Las bajas sufridas en ambos lados reflejan la intensidad del enfrentamiento. Los estadounidenses sufrieron aproximadamente 1,240 bajas, incluyendo 144 muertos, 1,024 heridos y 72 desaparecidos. Por el lado español, las cifras reportan alrededor de 267 bajas, con 58 muertos, 170 heridos y 39 capturados.
La estrategia y el armamento desempeñaron roles cruciales en el resultado de la batalla. Las fuerzas estadounidenses, compuestas por aproximadamente 15,000 a 20,000 hombres, estaban equipadas con piezas de artillería, ametralladoras Gatling y fusiles. Por otro lado, los defensores españoles, aunque superados en número y mal posicionados, contaban con cañones Krupp y fusiles Mauser, que eran considerados de alta calidad en aquel entonces.
El uso de las ametralladoras Gatling, una de las primeras armas automáticas de la historia, proporcionó a las tropas estadounidenses una ventaja significativa en términos de potencia de fuego. Estas ametralladoras podían disparar rápidamente múltiples rondas, lo que aumentaba la eficacia del ataque y la capacidad de suprimir las posiciones enemigas.
Los cañones Krupp, utilizados por las fuerzas españolas, eran conocidos por su precisión y alcance. Sin embargo, la munición limitada y la mala posición estratégica redujeron su efectividad durante la batalla. A pesar de esto, los soldados españoles lucharon valientemente, utilizando sus fusiles Mauser, que eran reputados por su fiabilidad y precisión, para resistir el avance estadounidense durante todo un día.
El Mauser, un fusil de repetición adoptado por el ejército español, jugó un papel crucial en la defensa. A pesar de la escasez de munición y el agotamiento de las tropas, los defensores españoles, armados con estos rifles, lucharon arduamente para proteger la fortificación militar en la zona.
La batalla también resaltó la importancia de la logística y la planificación. La falta de refuerzos y la escasez de munición fueron factores determinantes que afectaron el desempeño de las armas y, en última instancia, el resultado de la batalla para el lado español. Por el contrario, la capacidad de los estadounidenses para coordinar un ataque masivo, a pesar de las enfermedades y la logística desafiante, demostró la eficacia de su planificación militar.
Reflexión final
La Batalla de las Lomas de San Juan destaca la importancia de la estrategia, el valor y la determinación en la guerra. A pesar de la desigualdad en números y recursos, la resistencia española demostró la complejidad de los conflictos militares y el impacto de la voluntad humana en los resultados bélicos. Por su parte, la capacidad organizativa y el poderío militar estadounidense reflejaron un cambio en el equilibrio de poderes a nivel mundial.
La Batalla de las Lomas de San Juan no sólo fue un enfrentamiento militar; fue un evento que simbolizó el fin del dominio español en América y el surgimiento de Estados Unidos como una potencia en el escenario mundial. La victoria estadounidense, aunque costosa en términos de bajas, allanó el camino para la rendición de Santiago y, en última instancia, para el fin de la guerra con el Tratado de París.
Este conflicto también tuvo un profundo impacto en Cuba, que luchaba por su independencia. La alianza entre los ejércitos norteamericano y mambí (independentista cubano) fue decisiva para la derrota de las fuerzas coloniales españolas y marcó el comienzo de una nueva era para la isla.
La Batalla de las Lomas de San Juan es un claro ejemplo de cómo un solo día puede cambiar el curso de la historia.
El resultado final de la Guerra Hispano-Estadounidense, que tuvo lugar entre abril y agosto de 1898, fue una victoria decisiva para los Estados Unidos. El conflicto terminó con la firma del Tratado de París el 10 de diciembre de 1898, que estableció las condiciones de paz entre las dos naciones.
Según los términos del tratado, España renunció a todas las reclamaciones sobre Cuba, que había estado luchando por su independencia, y cedió a los Estados Unidos sus colonias de Puerto Rico, Guam y Filipinas. A cambio, los Estados Unidos pagaron a España la suma de 20 millones de dólares. Este cambio de poder marcó el fin del imperio español en América y Asia, y significó el surgimiento de los Estados Unidos como una potencia colonial y global.
En España, la derrota fue vivida como una tragedia nacional, especialmente entre la clase intelectual, lo que llevó al movimiento conocido como Regeneracionismo y a la Generación del 98. Esta generación de escritores y pensadores reflexionó profundamente sobre la identidad y el futuro de España tras la pérdida de sus últimas colonias ultramarinas.
La guerra también tuvo consecuencias significativas para los territorios involucrados. Cuba ganó su independencia, aunque quedó bajo la influencia de los Estados Unidos como un protectorado. Filipinas, inicialmente prometida su independencia, se encontró bajo la soberanía estadounidense, lo que llevó a la Guerra filipino-estadounidense. Puerto Rico y Guam se convirtieron en territorios no incorporados de los Estados Unidos.
El resultado de la Guerra Hispano-Estadounidense reconfiguró el mapa político y colonial del mundo y tuvo un impacto duradero en las relaciones internacionales y en la política de las naciones involucradas.